El ajo es una de las hortalizas más emblemáticas de Argentina, tanto por su importante rol en la cocina nacional como por su destacado lugar en el mercado internacional. En este contexto, Mendoza se posiciona como uno de los principales productores de ajo del país, convirtiéndose en una provincia referente para este cultivo.
La producción de ajo en Mendoza y San Juan no solo abastecen el mercado interno, sino que también se destina principalmente a la exportación. Los destinos más importantes son Brasil, Estados Unidos y Europa, mercados que valoran la calidad del ajo mendocino. Sin embargo, la provincia también enfrenta desafíos: la competencia internacional, principalmente de China, y las fluctuaciones de precios son algunos de los obstáculos que afectan a los productores locales.

El Cultivo de ajo en Mendoza y San Juan
Las principales variedades que se cultivan en Mendoza y San Juan son: ajos morados, ajos blancos y ajos colorados. Las fechas de siembra comienzan en febrero extendiéndose hasta marzo, comenzando con los morados, seguido de los blancos y por último los colorados.

En provincias donde el clima árido y la escasez de agua son desafíos constantes, el cultivo de ajo ha encontrado formas de adaptarse a estas condiciones, implementando prácticas que favorecen tanto al medio ambiente como a la productividad agrícola.
Una de las principales preocupaciones de los productores es el manejo del agua, ya que Mendoza enfrenta limitaciones en cuanto al acceso a este recurso. Sin embargo, el uso de tecnologías de riego por goteo ha permitido un manejo más eficiente del agua, reduciendo el desperdicio y favoreciendo el mejor establecimiento del cultivo. Estas tecnologías permiten que el agua llegue directamente a las raíces de las plantas, optimizando el consumo y facilitando también la nutrición a través del “fertiriego”, mejorando la calidad de las cosechas.
Otro aspecto fundamental para lograr un cultivo sustentable es el manejo del suelo. El uso de enmiendas que contengan materia orgánica en su composición, ayudan a mejorar la estructura del suelo, la capacidad de retención de humedad y nutrición.
Simbios, comprometidos con el cultivo desde el inicio
Las camas de siembra son esenciales para asegurar que el cultivo tenga un buen desarrollo desde el principio. Un armado adecuado de éstas no solo facilita una siembra uniforme, sino que también mejora la aireación del suelo y el drenaje, dos factores cruciales para que las raíces se desarrollen adecuadamente, permitiendo el buen establecimiento de la planta, y evitando la aparición de posibles enfermedades radiculares.
